No sé si es por algo en el aire o por la luz del sol, pero yo a ti te estoy viendo en otro color. Uno más pasivo y distante que me permite comprender mucho más. Ahora estoy mejor, soy más liviana y me he contagiado con tu despreocupación. Así todo es más sencillo y cada vez que me pierdo en los recuerdos de tus besos y tu embriagadora mirada puedo sonreír y estar satisfecha, como si pasara las hojas de una brillante novela que aunque me guste en demasía, en algún momento acabará, dejándome el dulce sabor de haberla disfrutado lo suficiente.
▪ Ese tira y afloja en el que me veía involucrada, debía llegar a su fin alguna día: al perdedor no le queda más que llorar y desaparecer.
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